domingo, 31 de diciembre de 2023

Homeland's Song


Homeland's Song
60 x 60 cm
Holger Roick
2023

Homeland´s Song

 

En 'Lo que el viento se llevó', Ashley Wilkes habla a Scarlett O'Hara, que está enamorada de él, de un amor que abarca más y es más profundo, pero sobre todo que no decepciona, no hiere ni abandona. Se refiere a Tara y el amor por el suelo y la tierra. Los antiguos geógrafos y geólogos conocen especialmente este amor. Innumerables investigadores, en gran parte olvidados hace mucho tiempo, a quienes está dedicado Homeland's Song. Su espíritu sigue vivo en su trabajo, que, en pocas palabras, consiste en observar, examinar, medir y evaluar la superficie terrestre, los oceanos y el interior de esta gran roca que vuela velozmente por el espacio. Desde todos los tiempos nos han explicado la tierra, el lugar que es hogar para todos nosotros. El Theatrum Orbis Terrarum está considerado el primer mapa del mundo moderno. Es obra del geógrafo y cartógrafo flamenco Abraham Ortelius y debe haber causado sensación cuando se publicó por primera vez en 1570. Nuestro mapa actual del mundo ha cambiado relativamente poco desde entonces, pero la gente común, tanto en la Edad Media como hoy, entendían como hogar algo diferente, algo estrecho y bien conocido, que nos alimenta y nos viste, que nos protege y promete felicidad. En términos de nuestra corta vida, es un concepto reducido y definido con precisión, una idea estable y difícilmente modificable. De ninguna manera es el mundo entero. Menos aún si se hubiése sabido desde el principio lo que un científico alemán presentó al público en 1912.

Alfred Wegener (1880-1930) se doctoró en astronomía por la Universidad de Berlín en 1905 y fue profesor de meteorología, pero durante toda su vida tuvo un interés por la geofísica. En 1910, Wegener tuvo la impresión (al igual que otros antes que él, por ejemplo Abraham Ortelius) de la congruencia en forma de rompecabezas de las costas a ambos lados del Océano Atlántico. Los contornos cartografiados de la costa este de América del Sur y de la costa occidental de África, en particular, sugieren que es posible que hayan estado unidas entre sí en un pasado lejano. Al principio, Wegener descartó la idea por considerarla improbable. Pero un año después se topó accidentalmente con un breve informe de evidencia paleontológica de que en algún momento existió un puente terrestre entre Brasil y África: se habían desenterrado fósiles de plantas y animales similares en ambas costas. Wegener comenzó a leer artículos de investigación sobre paleontología y geología y se convenció de que todos los continentes estuvieron unidos en algún momento en una sola masa de tierra, a la que llamó Pangea. Reforzó su argumento de la deriva continental haciendo yuxtaposiciones bastante precisas de las costas de África, Asia y otros continentes.

Es fácil imaginar lo siguiente: la idea de Wegener era, por un lado, científicamente tan fantástica, pero al mismo tiempo tan obvia y plausible que daba ganas de jugar a ser científico y hacer uno mismo afirmaciones sobre todo y cualquier cosa. Por ejemplo, para remodelar los conceptos de suelo y tierra llamada patria. Hacía tiempo que los políticos habían comenzado a dejar su huella en el mundo. Grandes y pequeñas, siempre temibles guerras se han librado y se siguen librando con este fin y desde hace algún tiempo el hombre ya tiene el poder para destruir por completo su hogar. Últimamente con más y mejor designio que nunca. El fin del porvenir es hoy más probable que la predicción hecha por un artículo de National Geographic que muestra cómo el movimiento de las placas tectónicas afectará a la Tierra dentro de los próximos 250 millones de años. Entonces los continentes se habrán fusionado nuevamente en un supercontinente llamado Pangea Ultima.

Lo que parecen ser tres hechos no relacionadas en el tiempo y el espacio son en realidad naturales y estrechamente entretejidos. El lugar del descubrimiento de las pétreas puntas de flecha del Omo-Kibish de África Oriental en Etiopía, lo que hace 230.000 años todavía era Panganea, se encontraría en Pangea Ultima cerca de un lago bastante estrecho, en cuya orilla occidental hoy se encuentra Nueva York y cuyo nombre es Atlántico.



Homeland's Song
60 x 60 cm
Holger Roick
2023

Homeland´s Song

 

In ‘Vom Winde verweht’ spricht Ashley Wilkes zu der in ihn verliebten Scarlett O’Hara von einer Liebe, die mehr umfasst und tiefer geht, die einen vor allem aber nicht enttäuscht, verletzt oder alleine lässt. Er meint Tara und die Liebe zu Boden und Land. Diese Liebe kennen speziell die alten Geographen und Geologen. Ungezählte, zum grossen Teil längst vergessene Forscher, denen Homeland’s Song gewidmet ist. Ihr Geist lebt fort in ihrem Werk, welches stark vereinfacht gesagt aus dem Beobachten, Untersuchen, Vermessen und Beurteilen der meeresumspülten Landoberfläche und des Inneren dieser durch’s All sausenden Gesteinskugel besteht. Seit Menschengedenken erklären sie uns die Erde, den Ort, der unser aller Heimat ist. Das Theatrum Orbis Terrarum gilt als die erste moderne Weltkarte. Es ist das Werk des flämischen Geographen und Kartographen Abraham Ortelius und muss eine Sensation gewesen sein, als sie im Jahre 1570 erstmals veröffentlicht wurde. Unsere heutige Weltkarte hat sich seitdem nur relativ wenig verändert, aber unter Heimat verstand die breite Masse sowohl im Mittelalter als auch heute etwas anderes, beschränktes, etwas allseits bekanntes, das uns nährt und kleidet, was uns schützt und Glück verspricht. An unserer Lebenszeit gemessen ein kleines, und genau definiertes, ein stabiles und kaum veränderliches Modell. Mitnichten die ganze Welt. Umsoweniger, hätten wir von Anbeginn gewusst, was ein deutscher Wissenschaftler im Jahre 1912 der Öffentlichkeit präsentierte.

Alfred Wegener (1880-1930) schloss sein Studium der Astronomie an der Universität Berlin 1905 ab und war Professor für Meteorologie, interessierte sich jedoch zeitlebens für Geophysik. Im Jahr 1910 bemerkte er (wie einige andere vor ihm, z.B. auch schon Abraham Ortelius) die Puzzle-Kongruenz der Küstenlinien auf beiden Seiten des Atlantischen Ozeans. Insbesondere die Konturen der Ostküste Südamerikas und der Westküste Afrikas liessen darauf schließen, dass sie möglicherweise in ferner Vergangenheit miteinander verbunden waren. Wegener lehnte die Idee zunächst als unwahrscheinlich ab. Doch ein Jahr später stieß er zufällig auf einen kurzen Bericht mit paläontologischen Beweisen dafür, dass einst eine Landbrücke zwischen Brasilien und Afrika existiert haben musste: an beiden Küsten waren Fossilien ähnlicher Pflanzen und Tiere ausgegraben worden. Wegener begann, Forschungsarbeiten über Paläontologie und Geologie zu studieren und kam zu der Überzeugung, dass alle Kontinente einst in einer einzigen Landmasse miteinander verbunden waren, die er Pangea nannte. Er bekräftigte seine Behauptung von der sogenannten Kontinentaldrift, indem er die detaillierten Küstenlinien Afrikas, Asiens und anderer Kontinente präzise gegenüberstellte.

Es fällt leicht sich Folgendes vorzustellen: die Idee von Wegener war zum einen wissenschaftlich gesehen so fantastisch, gleichzeitig aber auch so offensichtlich und plausibel, dass man Lust bekommen konnte, selber Wissenschaftler zu spielen und Behauptungen über Alles und Jedes aufzustellen. Etwa Heimatbegriffe neu zu prägen. Längst hatten Politiker schon damit begonnen, der Welt ihren Stempel aufzudrücken. Grosse und kleine fürchterliche Kriege wurden und werden weiter dafür geführt und seit geraumer Zeit ist der Mensch in der Lage, neuerdings offensichtlich besten Willens, seine Heimat komplett zu vernichten. Dies ist heute wahrscheinlicher als die Voraussage, die ein Artikel von National Geographic macht, der aufzeigt, wie sich die Bewegung tektonischer Platten in 250 Millionen Jahren auf die Erde auswirken wird. Die Kontinente werden dann wieder zu einem Superkontinent namens Pangaea Ultima verschmolzen sein.

Was hier wie drei in Zeit und Raum nicht miteinander in Bezug stehende Sachverhalte erscheint ist in Wirklichkeit natürlich und eng miteinander verwoben. Die Fundstelle der steinernen Pfeilspitzen des ostafrikanischen Omo-Kibish in Äthiopien, vor 230 000 Jahren noch Panganea, wäre in Pangaea Ultima in die Nähe eines sehr schmalen Sees gerückt, an dessen Westufer heute New York liegt und dessen Name Atlantik ist.