lunes, 5 de agosto de 2024

Some say. Others say.


#7 Some say. Others say. (en la serie de Fibonacci el número 2)


 
 Some say. Others say.
 60 x 60 cm 
Holger Roick 
2024

Alguien me preguntó recientemente qué significaba la libertad para mí. Como tenía mucha prisa, sobre la marcha no se me ocurrió nada propio sino 'sólo' el famoso dicho del político liberal y expresidente mexicano Benito Juárez “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Con un poco más de reflexión y espontaneidad, ciertamente podría haber llegado a mi propio pensamiento y haber completado la idea, es decir, que la única libertad real para los humanos es la de la libre elección. Esto al principio suena insignificante, pero no lo es, porque es precisamente el derecho a la autodeterminación el que nos garantiza la libertad.

Posibilidades infinitas: Sin embargo, incluso una pequeña decisión errónea, un giro equivocado, puede llevar un camino anteriormente recto con rapidez a un callejón sin salida.

“Dos almas ¡ay de mí!, imperan en mi pecho y cada una de la otra anhela desprenderse.”[i] Goethe deja que su Doctor Fausto experimente este trágico dilema en el que se siente dividido entre la lucha por el sentimiento de racionalidad sublime y su ansia de placeres físicos y sensualidad. Es el diseño de una persona moderna que siempre quiere más: más conocimientos, más dinero, más sexo. La emoción no puede ser lo suficientemente grande. No acepta límites. Obvio que esto a veces puede salir mal.

El mal: Nuestra vida normal se compone de una gran cantidad de prohibiciones, pero el criminal no las cumple. Desde tiempos inmemoriales existe algo que nosotros, perplejos y fascinados, llamamos el mal. Puede aparecer repentinamente en nuestras vidas y representa la violación más grave de nuestra convivencia humana. Lo enfrentamos conmocionados e impotentes. Debemos distinguir entre la mala acción y la gente mala. El acto malvado indudablemente existe, pero un terrorista temido en un país es un héroe célebre en otro país.

Libertad: ¿Tenemos realmente este libre albedrío e incluso existe la culpa? Algunos investigadores del cerebro niegan que tengamos la libertad de decidir a favor o en contra de un acto y llegan a la conclusión de que en realidad la culpa no existe. Según esto, todo mal ocurre a través de procesos en nuestra cabeza genéticamente determinados que nos imposibilitan decidir lo contrario, y por lo tanto no podemos castigar a nadie. Pero donde hay libre albedrío, también hay derecho penal.

Delito-culpabilidad-sentencia-castigo… todo depende dePasar por la vida sin perder de vista el justo medio y no entrar nunca en contacto con el sistema de justicia es un constante acto de equilibrio. Además, la interpretación de los casos y las leyes depende del evaluador y del evaluado. Debido a estas diferencias de medición no previstas, por supuesto, sólo se puede hablar de forma muy limitada de justicia. “Debemos aceptar que obviamente nuestra ley es incapaz de resolver todos los problemas morales sin contradicciones. Quizás no haya delito ni culpa, pero ciertamente hay un castigo.” [ii] 

Las reglas, del pasado a la actualidad: muchos todavía permanecen con Dios. Según la tradición bíblica, entregó las dos tablas de la ley con los diez mandamientos al profeta Moisés en el monte Sinaí para regular la actitud de las personas hacia Dios y hacia el prójimo.

“Una de las primeras leyes escritas de la Historia data de 1776 antes de Cristo. El Imperio babilonio era probablemente el mayor del mundo con más de 1000000 de súbditos. Gobernaba la mayor parte de mesopotamia que incluía prácticamente todo el Irak moderno y partes de lo que hoy es Siria e Irán. El rey babilonio más famoso fue Hammurabi. Su fama se debe principalmente al texto que lleva su nombre, el código de Hammurabi. Se trata de una colección de leyes y decisiones judiciales cuyo objetivo era presentar a Hammurabi como un modelo de rey justo, servir como base para un sistema legal más uniforme para todo el Imperio babilonio y enseñar a las futuras generaciones qué es la justicia y cómo actúa un rey justo. Las generaciones futuras tomaron nota. La élite intelectual y burocrática de la antigua mesopotamia canonizó el texto y los aprendices de escribas continuaron copiándolo mucho después de que Hammurabi muriera y su imperio se desmoronara. Por lo tanto, el Código de Hammurabi es una buena fuente para comprender el ideal de orden social de los antiguos mesopotámicos. El texto se inicia diciendo que los dioses Anu, Enlil y Marduk (las principales deidades del panteón mesopotámico) designaron a Hammurabi ‘para que la justicia prevaleciera en la tierra, para abolir a los inicuos y a los malos, para impedir que los fuertes oprimieran a los débiles’.” [iii] Sin embargo, es obvio que si en este antíguo y primerísimo conjunto con reglas de convivencia de la humanidad, por ejemplo, alguien mata a la hija de otra persona, la hija del villano fue condenada a muerte y no el asesino, ya no es aplicable hoy en día.

Por el contrario, los textos literarios y jurídicamente contundentes de Ferdinand von Schirach son de gran actualidad. Nunca se lo pone fácil a sus lectores cuando muestra cuán multifacéticos pueden ser los crímenes. Nunca hay un caso realmente claro. La introducción a su última obra ‘Ella dice. El dice.’, que también se puede encontrar en la imagen como fragmento de texto, comienza con las siguientes palabras:

 “Nuestro código penal no reconoce el concepto del mal. Describe qué son las faltas y los delitos; una situación se fracciona en actos, ilegalidades y culpas. Las consecuencias pueden ser penas de prisión, prisión preventiva y vigilancia, pero nunca el infierno y la condenación. Como juez, tienes que juzgar; no puedes evadir. Tienes que decidir si una persona ha infringido la ley, si es culpable y si debe ser castigada. Eres tú quien decide el destino del acusado y el destino de la víctima. Y siempre decides también quién eres tú”.[iv]

Y ahora yo les pido, querido público, a que se pongan en el papel de juez: Soy culpable de un tipo de plagio al tomar prestado el título de Ferdinand von Schirach en el momento que lo uso lijeramente cambiado para mi imagen al llamarlo ‘Algunos dicen. Otros dicen.’? ¿O no se trata de un delito reprochable por mi parte sino más bien de una apreciación respetable que llama la atención sobre la notable obra del autor?



[i] Goethe, Faust I

[ii] Citas de Precht y Schirach, ZDF Mediathek

[iii] Yuval Noah Harari, De animales a dioses

[iv] Ferdinand von Schirach, Sie sagt. Er sagt.


Contacto: mexylo@yahoo.com.mx


#7 Some say. Others say. (in der Fibonacci Zahlenfolge die Nummer 2)



 Some say. Others say.
 60 x 60 cm 
Holger Roick 
2024

Letztens fragte mich jemand, was für mich Freiheit bedeute. Da ich in grosser Eile war, viel mir auf die Schnelle nichts eigenes dazu ein sondern ‘nur’ der berühmte Ausspruch des liberalen Politikers und ehemaligen mexikanischen Präsidenten Benito Juarez “El respeto al derecho ajeno es la paz” (Der Respekt vor den Rechten anderer bedeutet Frieden). Mit ein wenig mehr Bedenkzeit und Spontanität hätte ich sicher noch mit einem eigenen Gedanken aufwarten und die Idee vervollständigen können, nämlich das die einzige wirkliche Freiheit des Menschen die der freien Entscheidung ist. Das hört sich zunächst etwas bescheiden an, ist es aber nicht, denn gerade das Recht auf Selbstbestimmung garantiert uns die Freiheit. Unendliche Möglichkeiten: Allerdings kann schon eine kleine Fehlentscheidung, ein falsches Abbiegen, einen rechtschaffenen Weg schnell in die Sackgasse führen. “Zwei Seelen wohnen, ach! in meiner Brust, die eine will sich von der andern trennen.” iGoethe lässt seinen Doktor Faust dieses tragische Dilemma erleben, in dem er sich zerissen fühlt, zwischen dem Streben nach dem Gefühl einer erhabenen Rationalität und seinem Drang zu körperlichen Freuden und Sinnlichkeit. Es ist der Entwurf eines modernen Menschen, der immer mehr will: mehr Wissen, mehr Geld, mehr Sex. Der Kick kann nicht gross genug sein. Grenzen akzeptiert er nicht. Das kann schon mal schiefgehen. 

Das Böse: Unser normales Leben besteht aus einer Fülle von Verboten, aber der Verbrecher hält sich nicht daran. Seit Menschengedenken gibt es etwas, das wir ebenso ratlos wie fasziniert das Böse nennen. Es kann plötzlich in unser Leben treten und bedeutet die schwerwiegendste Verletzung unseres menschlichen Zusammenlebens. Schockiert und ohnmächtig stehen wir ihm gegenüber. Wir müssen unterscheiden zwischen der bösen Tat und den bösen Menschen. Die böse Tat gibt es ganz ohne Zweifel, aber ein gefürchteter Terrorist ist in einem anderen Land ein gefeierter Held. 

Die Freiheit: Haben wir tatsächlich diese Willensfreiheit und gibt es Schuldfähigkeit überhaupt? Manche Hirnforscher bestreiten, dass wir die Freiheit haben, uns für oder gegen eine Tat entscheiden zu können und kommen darüber zu dem Schluss, dass es eigentlich gar keine Schuldfähigkeit gibt. Danach geschehe alles Böse durch genbestimmte Prozesse in unserem Kopf, die es uns unmöglich machen, anders zu entscheiden, folglich dürften wir auch niemanden bestrafen. Wo es aber einen freien Willen gibt, gibt es auch ein Strafrecht.

Vergehen-Schuld-Urteil-Strafe… das hängt davon ab: Durchs Leben zu gehen, ohne die goldene Mitte aus den Augen zu verlieren und mit der Justiz niemals in Kontakt zu kommen ist ein permanenter Balanceakt. Dazu kommt, dass die Auslegung von Fällen und Gesetzen abhängig vom Bemesser und von dem zu Bemessenden ist. Durch diese nicht eingeplanten Messunterschiede kann man natürlicherweise nur sehr bedingt von Gerechtigkeit sprechen. “Wir müssen akzeptieren, dass unser Recht offenbar nicht in der Lage ist, jedes moralische Problem widerspruchfrei zu lösen. Vielleicht gibt es kein Vergehen und auch keine Schuld, aber eine Strafe, die gibt es sehrwohl.” ii Die Regeln, aus vergangenen Zeiten bis heute: Viele halten es nach wie vor mit Gott. Nach biblischer Überlieferung hat er dem Propheten Mose auf dem Berg Sinai die zwei Gesetzestafeln mit den zehn Geboten übergeben, um die Haltung des Menschen zu Gott und zu den Mitmenschen zu regeln.

Eines der ersten geschriebenen Gesetze der Geschichte stammt aus dem Jahr 1776 v. Chr. Das Babylonische Reich war mit über 1000.000 Untertanen wahrscheinlich das größte der Welt. Es regierte den größten Teil Mesopotamiens, das praktisch den gesamten heutigen Irak und Teile des heutigen Syriens und Irans umfasste. Der berühmteste babylonische König war Hammurabi. Seine Berühmtheit verdankt er vor allem dem Text, der seinen Namen trägt, dem Kodex von Hammurabi. Es handelt sich um eine Sammlung von Gesetzen und Gerichtsentscheidungen, deren Zweck es war, Hammurabi als Vorbild eines gerechten Königs darzustellen, als Grundlage für ein einheitlicheres Rechtssystem für das gesamte Babylonische Reich zu dienen und zukünftige Generationen zu lehren, was Gerechtigkeit ist und wie ein gerechter König handelt. Zukünftige Generationen nahmen dies zur Kenntnis. Die intellektuelle und bürokratische Elite des alten Mesopotamiens kanonisierte den Text, und Schreiblehrlinge schrieben ihn noch lange nach Hammurabis Tod und dem Zusammenbruch seines Reiches ab. Daher ist der Kodex von Hammurabi eine gute Quelle, um das Ideal der sozialen Ordnung der alten Mesopotamier zu verstehen. Der Text beginnt mit der Aussage, dass die Götter Anu, Enlil und Marduk (die Hauptgottheiten des mesopotamischen Pantheons) Hammurabi ernannt haben, 'um Gerechtigkeit auf Erden herrschen zu lassen, die Bösen und die Schlechten abzuschaffen, um zu verhindern, dass die Starken die Schwachen unterdrücken'." iii Trotzdem ist offensichtlich, dass dieses frühe Regelwerk, wenn in ihm zum Beispiel jemand die Tochter eines anderen tötet, die Tochter des Bösewichts zum Tode verurteilt wurde und nicht der Mörder, heute nicht mehr anwendbar ist.

Brandaktuell dagegen sind die literarisch und juristisch überzeugenden Texte von Ferdinand von Schirach. Niemals macht er es seinen Leser*innen leicht, wenn er aufzeigt,

wie facettenreich Verbrechen sein können. Niemals liegt ein wirklich eindeutig klarer Fall vor. Die Einleitung zu seinem neuesten Theaterstück Sie sagt. Er sagt., als Textelement bruchstückhaft auch auf dem Bild wiederzufinden, beginnt mit folgenden Worten:

“Unser Strafgesetzbuch kennt den Begriff des Bösen nicht. Es beschreibt, was Vergehen und Verbrechen sind, ein Sachverhalt wird aufgelöst in Tat, Rechtswidrigkeit und Schuld. Die Folgen können Gefängnisstrafen sein, Sicherungsverwahrung und Führungsaufsicht, nie aber Hölle und Verdammnis. Als Richter müssen Sie urteilen, Sie können nicht ausweichen. Sie müssen entscheiden, ob ein Mensch gegen das Gesetz verstoßen hat, ob er Schuld auf sich geladen hat, ob er zu bestrafen ist. Sie sind es, der über das Schicksal des Angeklagten und das Schicksal des Opfers entscheidet. Und immer entscheiden Sie dabei auch, wer Sie selbst sind.” iv

Und nun sind sie gefragt, verehrtes Publikum, sich in die Rolle eines Richters zu versetzen: Habe ich mich mit der Anleihe des Titels von Ferdinand von Schirach durch eine Art von Plagiat schuldig gemacht, wenn ich mein Bild Some say. Others say. nenne oder handelt es sich dabei um kein moralisch verwerfliches Vergehen meinerseits sondern vielmehr um eine achtbare Würdigung, die auf das bedeutende Werk des Autors aufmerksam macht?



[i] Goethe, Faust I

[ii] Citas de Precht y Schirach, ZDF Mediathek

[iii] Yuval Noah Harari, De animales a dioses

[iv] Ferdinand von Schirach, Sie sagt. Er sagt.


Kontakt: mexylo@yahoo.com.mx



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