sábado, 26 de abril de 2025

Shapes of Joy




Shapes of Joy

imágen 60 x 60 cm (80 x 80 cm lienzo)

   Holger Roick  

2025


#8 Shapes of Joy (número 3 en la serie Fibonacci)

Siempre que comienzo un nuevo cuadro, algo empieza a vibrar en mí. Me siento más vivo, como si todo estuviera nuevo y a la vez familiar y, por encima de todas las dudas, triunfa clara y rotundamente una certeza: ¡esta es mi tarea, no puede esperar!

Una pintura debería resonar en ti, al menos eso es lo que desea el artista visual. Las formas y los colores se transforman en notas y, si todo sale bien, mientras tú, estimado lector, observas la obra, debería surgir una melodía que te acompañará y ojalá siga resonando en tu interior durante mucho tiempo.

Se sabe que el compositor y director de orquesta Franz Liszt dio instrucciones como "más azul" o "no tan rosa" durante los ensayos para describir el carácter del sonido deseado. Estas descripciones de colores le ayudaron a transmitir la calidad emocional y sonora de la música, incluso si sus músicos no podían ver estos colores. Sus sensaciones sinestésicas ayudaron a hacer su música aún más vívida y expresiva. La sinestesia juega un papel fascinante en el arte, difuminando los límites entre los sentidos y permitiendo nuevas formas de expresión creativa. Las personas que tienen experiencias sinestésicas pueden ver sonidos, oír colores o incluso sentir sabores, lo que hace que una obra inspirada de esta manera sea única y multidimensional.

De todos los géneros musicales, quería elegir una sola pieza a través de la cual la música pudiera presentarse como una ciencia. La difícil elección para mi cuadro finalmente recayó en la Novena Sinfonía de Ludwig von Beethoven. En primer lugar, porque representa uno de los logros más importantes de toda la historia de la música. ‘La Novena’ es una de las obras más famosas y una de las sinfonías más interpretadas del mundo. Esta, también conocida como “Oda a la alegría”, está en re menor, pero el movimiento final culmina en Re mayor, lo que le da a la obra un tono triunfal y esperanzador. Este cambio de re menor a Re mayor corresponde enteramente a la esencia de la música que describe Hermann Hesse en ‘El juego de abalorios' de esta manera: “La música se basa en la armonía entre el cielo y la tierra, en la concordancia de la oscuridad y la luz”.                                                                    

La cuarta y última parte de la sinfonía, cantada por solistas y coro, representa una transición simbólica hacia una atmósfera optimista y jubilosa, en perfecta armonía con el mensaje de fraternidad y alegría universal.

Ya desde el período barroco, el Re mayor se consideraba la “clave de la gloria” y estoy seguro de que los conciertos virtuosos para trompeta en Re mayor de este período, como por ejemplo los de Leopold Mozart o Telemann, las sonatas para trompeta en Re mayor de Corelli, Purcell y Torelli, así como “La trompeta debe sonar” del Mesías de Haendel, también en Re mayor, fueron la gran inspiración de Beethoven para el movimiento final de su sinfonía.

El hecho de que los sonidos puedan verse y que esto pueda, como se ha descrito más arriba, provocar en el cuerpo del espectador una vibración que el artista pretendía, se debe en particular al científico Ernst Florenz Friedrich Chladni (1756-1827).

El físico y músico aficionado se dedicó al estudio de la acústica y su libro “Descubrimiento de la teoría del tono” fue el primer tratado general sobre la ciencia de la acústica. Chladni ilustró su libro con diagramas de los movimientos oscilantes de placas metálicas delgadas. Para estos experimentos, cubrió las placas con finas capas de arena. Luego se hicieron vibrar pasando un arco de violín sobre varios puntos de sus bordes. En las zonas inmóviles se formaron líneas de nudos y patrones en los que la arena fue empujada lejos de las áreas vibrantes. Chladni analizó estos patrones de arena, los clasificó según sus formas geométricas y anotó el tono correspondiente a cada uno. Los patrones resultantes muestran una conexión directa entre el sonido y la forma. La sistemática visual y la belleza de las figuras geométricas, que se forman de manera caleidoscópica con frecuencias cada vez mayores, son comparables a la sistemática y belleza de la música.

Los experimentos de Chladni fueron fundamentales para comprender la relación entre el sonido y la forma y sentaron las bases para el desarrollo de lo que se conoce como cimática. Uno de los avances más recientes de la cimática es el Cymascope, un aparato que utiliza tecnología digital para crear imágenes de los patrones de vibración del sonido en el agua. A diferencia de los experimentos de Chladni, que utilizaban arena o polvo, el Cymascope permite visualizar las vibraciones del sonido en tiempo real y con mayor precisión.

Para no convertir cada nota de la Novena Sinfonía en cientos de patrones de Chladni, que era mi plan original, quería limitarme a representar la tonalidad del movimiento final de la sinfonía y su conexión con la tríada armónica. La tonalidad y la tríada (acorde) están estrechamente relacionadas. La tonalidad da a la música su dirección y crea una sensación de tensión y resolución. Una tríada o acorde es el elemento básico de la armonía en la música. Una tríada de Re mayor consta de las tres notas Re, Fa♯ y La. Juntas, estas notas forman los sonidos brillantes y armoniosos de un acorde mayor. Se utiliza a menudo en pasajes musicales alegres y festivos.

Para examinar la imagen, consideremos una vez más el concepto de sinestesia. El término proviene del griego: syn significa “juntos” y aisthesis “sensación”. Se trata de una fascinante peculiaridad neurológica en la que la estimulación de un sentido desencadena automáticamente una respuesta en otro sentido. Describe entonces la experiencia simultánea de varias impresiones sensoriales.

Esto explica por qué también se puede escuchar la obra “The Key of Glory”. Si Chladni fue capaz de hacer visibles los sonidos, surge inmediatamente la pregunta de si también es posible oír colores y formas. Se dice que un artista “compone” el cuadro. Si el artista visual consigue provocar determinadas vibraciones en el espectador de su obra, éstas a su vez deberían poder traducirse también en sonidos. De la misma manera como ciertas vibraciones ya están trabajando dentro del artista, las cuales traduce en colores y formas. ¿Pueden las personas ciegas ver imágenes porque las oyen o porque las tocan? Beethoven ya era sordo cuando compuso ‘La Novena’ y nunca podía oírla. Con estas últimas reflexiones, ¿acaso hemos descubierto, sin pretenderlo y sin darnos cuenta, las condiciones y la naturaleza de la inspiración?



Shapes of Joy

Bild 60 x 60 cm (80 x 80 cm Bildträger)

   Holger Roick  

2025


#8 Shapes of Joy (Nummer 3 in der Fibonacci-Serie)

Immer, wenn ich ein neues Bild angehe, beginnt etwas in mir zu schwingen. Ich fühle mich lebendiger als zuvor, alles ist neu und doch bekannt und über allen Zweifeln triumphiert klar und deutlich die Gewissheit: hier ist meine Aufgabe, sie kann nicht warten!

Ein Bild soll in dir klingen, zumindest wünscht sich der bildende Künstler dies. Formen und Farben verwandeln sich in Noten und wenn alles klappt, soll, während du, verehrter Leser, das Bild betrachtest, eine Melodie entstehen, die dich begleitet und hoffentlich noch lange in dir weiterschwingt.

Es gibt Berichte, dass der Komponist und Dirigent Franz Liszt während Proben Anweisungen wie „mehr Blau“ oder „nicht so rosa“ gab, um den gewünschten Klangcharakter zu beschreiben. Diese farblichen Beschreibungen halfen ihm, die emotionale und klangliche Qualität der Musik zu vermitteln, auch wenn seine Musiker diese Farben nicht sehen konnten. Seine synästhetischen Empfindungen trugen dazu bei, seine Musik noch lebendiger und ausdrucksstärker zu gestalten. Synästhesie spielt eine faszinierende Rolle in der Kunst, da sie die Grenzen zwischen den Sinnen verschwimmen lässt und neue kreative Ausdrucksformen ermöglicht. Menschen, die synästhetische Erfahrungen machen, können Klänge sehen, Farben hören oder sogar Geschmäcke fühlen, ein in dieser Art inspiriertes Werk macht es einzigartig und multidimensional.

Aus allen Genres der Musik wollte ich ein einziges Stück auswählen, anhand dessen die Musik als Wissenschaft dargestellt werden kann. Die schwierige Wahl für mein Bild fiel schliesslich auf Ludwig von Beethovens Neunte Symphonie. Zum einen, weil sie eine der Krönungen der gesamten Musikgeschichte darstellt. ‘Die Neunte’ ist eines der bekanntesten Werke und eine der meistgespielten Symphonien der Welt. Diese, auch bekannt als „Ode an die Freude“, ist zwar in d-Moll angelegt, doch gipfelt der letzte Satz in D-Dur, was dem Werk einen triumphalen und hoffnungsvollen Ton verleiht. Dieser Wechsel von d-Moll nach D-Dur entspricht ganz dem Wesen der Musik, welches Hermann Hesse im Glasperlenspiel folgendermassen beschreibt: “Die Musik beruht auf der Harmonie zwischen Himmel und Erde, auf der Übereinstimmung des Trüben und des Lichten”. Der von Solisten und Chor gesungene vierte und letzte Teil der Symphonie stellt einen symbolischen Übergang zu einer optimistischen und jubelnden Atmosphäre dar, in perfekter Harmonie mit der Botschaft der Brüderlichkeit und universellen Freude.

Schon im Barock galt D-Dur als die „Tonart des Ruhms“ und ich bin mir sicher, dass die virtuosen Trompetenkonzerte in D-Dur aus dieser Zeit, wie etwa die von Leopold Mozart oder Telemann, Trompetensonaten in D-Dur, z.B. von Corelli, Purcell und Torelli, sowie „The Trumpet Shall Sound“ aus Händels Messias, ebenfalls in D-Dur, Beethoven für den Schlusssatz seiner Sinfonie wesentlich inspiriert haben.

Das Töne gesehen werden können -und dies möglicherweise, wie oben beschrieben, zu einer vom Künstler gewünschten Schwingung im Körper des Betrachters führen kann- haben wir insbesondere dem Wissenschaftler Ernst Florenz Friedrich Chladni (1756-1827) zu verdanken.

Der Physiker und Amateurmusiker widmete sich dem Studium der Akustik und sein Buch „Entdeckung der Tonhöhentheorie“ war die erste allgemeine Abhandlung über die Wissenschaft der Akustik. Chladni illustrierte sein Buch mit Diagrammen der Schwingbewegungen dünner Metallplatten. Für diese Experimente bedeckte er die Platten mit dünnen Sandschichten. Anschließend wurden diese in Schwingung versetzt, indem man mit einem Geigenbogen über verschiedene Punkte an deren Kanten zog. In den bewegungslosen Bereichen bildeten sich Knotenlinien und Muster, in denen der Sand von den vibrierenden Bereichen weggeschoben wurde. Chladni analysierte diese Sandmuster, klassifizierte sie nach ihren geometrischen Formen und notierte jeweils die entsprechende Tonhöhe. Die entstehenden Muster zeigen eine direkte Verbindung zwischen Ton und Form. Die visuelle Systematik und Schönheit der sich mit jeweils steigender Frequenz
kaleidoskopisch bildenden, ganz unterschiedlichen geometrischen Figuren ist der Systematik und Schönheit von Musik vergleichbar.

Chladnis Experimente waren grundlegend für das Verständnis der Beziehung zwischen Klang und Form und legten den Grundstein für die Entwicklung der sogenannten Kymatik.

Einer der jüngsten Fortschritte in der Kymatik ist das Cymascope, ein Apparat, der mithilfe digitaler Technologie Bilder der Schwingungsmuster von Schall im Wasser erstellt. Im Gegensatz zu Chladnis Experimenten, bei denen Sand oder Staub verwendet wurden, ermöglicht das Cymascope die Visualisierung von Schallschwingungen in Echtzeit und mit größerer Präzision.

Um nicht jede einzelne Note der neunten Sinfonie in hunderte von Chladni-Muster umzuwandeln, was mein ursprünglicher Plan war, wollte ich mich lieber auf die Darstellung der Tonlage des Schlusssatzes der Symphonie und seiner Verbindung zum harmonischen Dreiklang beschränken. Tonalität und Dreiklang (Akkord) sind eng miteinander verbunden. Die Tonalität gibt der Musik ihre Richtung und sorgt für ein Gefühl von Spannung und Auflösung. Ein Dreiklang oder Akkord ist der grundlegende Baustein der Harmonie in der Musik. Ein D-Dur Dreiklang besteht aus den drei Tönen D, F♯ und A. Zusammen bilden diese Töne die hellen und harmonischen Klänge eines Dur-Akkords. Er wird oft in fröhlichen und feierlichen musikalischen Passagen verwendet.

Für die Betrachtung des Bildes führen wir uns noch einmal den Begriff der Synästhesie vor Augen. Der Begriff stammt aus dem Griechischen: syn bedeutet „zusammen“ und aisthesis „Empfinden“. Sie ist eine faszinierende neurologische Besonderheit, bei der die Stimulation eines Sinnes automatisch eine Reaktion in einem anderen Sinn auslöst. Es beschreibt also das gleichzeitige Erleben mehrerer Sinneseindrücke.

Damit ist gesagt, warum man das Bild ‘The Key of Glory’ auch hören kann. Wenn Chladni Töne sichtbar machen konnte, drängt sich unmittelbar die Frage auf, ob man nicht auch Farben und Formen hören kann. Man sagt, ein Künstler ‘komponiert’ das Bild. Wenn der bildende Künstler es schafft, im Betrachter seines Werks bestimmte Schwingungen auszulösen, müssten diese ihrerseits doch auch in Töne umgesetzt werden können. So wie in ihm selbst bereits Schwingungen am Werk sind, die er in Farben und Formen übersetzt. Können Blinde Bilder sehen, weil sie sie hören oder ertasten? Beethoven war bereits taub, als er ‘Die Neunte’ komponierte, hören konnte er sie nicht mehr. Haben wir mit diesen letzten Gedanken vielleicht unbeabsichtigt die Bedingungen und das Wesen der Inspiration entdeckt?